“Kim” acrílico 70cm x 50cm. Hannah L.Migliavacca
SOBRE LA
PROBABLE ETIOLOGÍA DE LOS TRASTORNOS DE IDENTIDAD DE GÉNERO.
El término transexual fue acuñado en Alemania en
la década de los 20, en una primera y tentativa aproximación al tema y cubría
un vastísimo espectro de fenómenos, actitudes y condiciones. En la década de
los 60, en el curso de la “revolución stolleriana” se comenzó a hablar de transexuales
pre-quirúrgicos y transexuales post-quirúrgicos. Al día de hoy hemos acordado
denominar transgénero a quien antes
se denominaba transexual pre-quirúrgico.
Si bien los
trastornos de identidad de género son tan antiguos como la misma especie humana,
sólo a partir de 1945 la ciencia se ha dedicado a estudiar este fenómeno
sistemáticamente. Como estos estudios se encuentran “en pleno desarrollo”,
podemos esperar novedades constantemente. Por lo pronto, en el área
lingüística: De la misma manera que las enfermedades venéreas (EV), pasaron con
razón a llamarse enfermedades de transmisión sexual (ETS), y con mayor razón
aún, hoy se denominan infecciones de transmisión sexual (ITS); como el
mogolismo, como término, pasó a tener una significación peyorativa, insultante
y fue reemplazado por Síndrome de Down, análogamente, lo que arcaicamente se
llamó cirugía de cambio de sexo, lo que luego se denominó cirugía de
reasignación de género (porque el sexo NO se puede cambiar, está indeleblemente
enraizado en cada partícula del organismo), hoy comienza plausiblemente a
aceptarse como cirugía de afirmación
sexual (pues lo único que hace esa intervención es rectificar la morfología
para llevarla a ser lo que siempre debió haber sido).
Y quien habiendo
pasado, en el transcurso de muchos años, por incontables consultas
psicológicas, psiquiátricas, clínicas, endocrinológicas y finalmente
quirúrgicas, para ver aparecer en el espejo a la imagen de la persona que
siempre anheló ver, se siente agredido/a por el término transexual. No es un
hombre transexual ni una mujer transexual: es un hombre o una mujer de pleno
derecho…
Lo que va quedando
meridianamente claro es que no estamos
ante “una elección de vida”. Esto es algo fisiológico. De ser así el
término intersexual, que hasta ahora
se reservó para los casos de hermafroditismo o pseudo-hermafroditismo, deberá
extenderse a todas las condiciones cubiertas por los trastornos de identidad de
género o disforia de género, pues todas las condiciones intersexuales son
variaciones biológicas en la formación de la sexualidad humana.
La etiología de
esta condición se remonta a diversas causas. Hasta ahora se conocen:
Síndrome de Harry Benjamin. (SHB) Ocurre cuando el cerebro se desarrolla de un sexo y el resto del
cuerpo lo hace con características del sexo opuesto (probablemente debido a una
variación hormonal durante el período de gestación).
Síndrome de Klinefelter. Es una
alteración genética que se da en las primeras divisiones del cigoto, resultando
en un hipogonadismo. Se lo conoce también como Cromosoma 47 XXY, Hipogonadismo
hipergonadotrópico, Disgenesia de los túbulos seminíferos, entre otros.
Síndrome de Insensibilidad a los Andrógenos. Antes llamado Síndrome de Feminización Testicular. Quienes padecen
esta variante son machos genéticos no androgenizados fetalmente. Los testículos
producen andrógenos normalmente y, en muy bajas cantidades estrógeno, como
cualquier varón normal, pero los andrógenos no surten efecto, no son “leídos”
por el organismo y se torna imposible la masculinización. La leve producción de
estrógenos es suficiente para feminizar al individuo.
El Síndrome de
Turner y el Síndrome de Kuster Hauser son estados intersexuales que se dan en
cuerpos eminentemente femeninos.
La solución a los
tres primeros está dada por un proceso que se inicia con un sondeo psicológico
y/o clínico que apunta primariamente a ratificar la autenticidad de la
percepción del paciente (y que determina que NO se trata de un trastorno
mental, un caso psiquiátrico), por lo que puede darse, en caso de duda,
interconsulta con psiquiatría. A continuación se prescribe una terapia de
reemplazo hormonal (TRH) que, además del obvio apoyo fisiológico, suele
acarrear una reconfortante sensación de “alivio”. Pronto se pasa a “experiencia
de vida real”, que implica el desempeñarse en los roles sociales del género de
destino durante uno o dos años, mientras se atiende a detalles de forma, tales
como depilación por electrólisis, etc.
Si acaso el
paciente pasa con éxito esta muy dura prueba y se siente cómoda/o viviendo como
hombre o como mujer ante la sociedad (muchos abandonan en este trance), se
considera la dimensión quirúrgica en tres etapas. Se comienza con los caracteres
secundarios (implantes mamarios o mastectomía, según el caso) se continúa con
los caracteres primarios (ablación de genitales y vaginoplastia o faloplastia,
según el caso). La tercera etapa de cirugía se ocupa de la estética (pómulos,
mentón, glúteos, eventual extirpación del extremo frontal de la laringe,etc)
“LA ESCUELITA”: En
algunas clínicas, además, la institución toma sobre sus hombros la adecuación del paciente para el
género elegido, papel adicional de Instituto de belleza (o estética) y escuela
de modelaje pues, a pesar de la prueba de vida real, muchas de estas mujeres no
se comportan como tales en sus maneras. Dicho sea de paso, de tal modo,
implícitamente se reconoce por esta vía que los roles de género pueden ser aprendidos, en buena medida.
El compromiso de
“la escuelita” con la parte estética femenina es un esfuerzo para producir, no
meramente mujeres anatómicamente definibles sino, además, mujeres socialmente
aptas en su apariencia de género otorgándoles, de tal manera, las mayores
probabilidades de éxito en su desempeño social.
Y si en este tramo
final del proceso podemos visualizar un verdadero ejemplo de mecanismo de
producción de género totalmente consensuado o, inclusive, caprichoso,
condescenderemos a aceptar que no se hace nada distinto en el seno de una
familia: Se te brinda una educación, una formación moral, un bagaje cultural y
luego, si quieres ser una acróbata en un circo o una Mme. Curie, esa sí será tu
opción de vida.
©Hannah L.
Migliavacca Agosto
13, 2009.
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