I.
LA APRECIACIÓN ARTÍSTICA.
Podría
responder fácilmente a tu pregunta con una respuesta que se ha dado, que se
repite y que se dirá. Haría referencia al origen mágico de las hermosísimas
representaciones plásticas de las cuevas de Lascaux, de Altamira y, más
próximas a nosotros, las que figuran vidas y pasiones de deidades, héroes y
santones en incontables templos de Oriente y Occidente.
Y
para mejor convencerte podría conjurar prestigiosas referencias contemporáneas.
Dijo Pablo Picasso que pintar no es una operación estética sino que se trata de
una forma de magia ejercida como mediación entre este mundo extraño y
hostil y nosotros: Una forma de obtener poder dándole forma a nuestros
terrores tanto como a nuestros deseos.
Así
que, como todo eso es verdad (¡personalmente lo ratifico!) ¿para qué inventar?
Sigamos repitiéndolo y vámonos a dormir. No olvides apagar la luz y pon el
candado, por las dudas. Pero si dentro de treinta o cuarenta años, tras haber
desmenuzado diez de las más prestigiosas Historia del Arte , después de haber
acumulado una venerable biblioteca abarrotada de textos, fascículos, panfletos,
revistas, etcétera, te continúas preguntando como hoy “¿Todo está muy bien…pero
el Arte…qué es?” , sencillamente se estará poniendo en evidencia que la cosa
pasaba por otro lado.
Por
lo que te la voy a poner difícil, más aún. Actuaré como el hierofante egipcio
que comenzaba el rito de iniciación del neófito susurrándole al oído: “Osiris
es un dios negro.”
Sí,
porque hay que desbaratar todo y comenzar desde cero. Hasta hoy, para ti, Arte
era Mozart, Rembrandt, Michelangelo Buonarroti. “Eso” también era Cultura. Los
que quisieron entrar por esa otra puerta, la de la Cultura, pronto se
encontraron con el hierofante egipcio. También preguntaron, confundidos, “Pero,
qué es la Cultura?”. Y el hierofante los alumbró:
Cultura
es el fenómeno humano. Todo lo humano es cultura. Y si la característica humana
primordial es discernir y trascender, el ser humano culturaliza aún con
su sólo pensamiento. Quien piensa en la Luna la culturaliza: no hace falta
hollarla, poseerla físicamente. Con lo cual se acabó el concepto de que cultura
es beber té en una tacita de porcelana (preferiblemente levantando el dedo
meñique.)
Pero
tú no intentaste escapar por el lado de la cultura. Tú valientemente
enfrentaste a la fiera y preguntaste: “De una vez por todas ¿qué es el arte?”
Te lo diré de una vez. Arrancaré brutalmente la venda de la infantil inocencia
que vela tus pupilas.
Hubo,
es cierto, quien piadosamente te regaló un último giro de minué, al hacerte
razonar que si se acepta que CULTURA ES TODO, análogamente ARTE ES TODO. Una
gran VERDAD que no agrega demasiada información. Con el mismo brillante caletre
se podría haber afirmado que Arte es Amor, Arte es Nada, Arte es Dios, Arte es
Ser, Arte es Armonía y Contraste, Arte es Forma y Contenido, Arte es Vida, con
idéntico casi nulo rédito para nuestro saber. Por lo que, tras calzarme el
gorro del hierofante egipcio te espetaré que EL ARTE NO EXISTE, para tu
infinita y justificada consternación.
“Esa
cosa” llamada EL ARTE, paradójicamente no es un sustantivo. Y entrampados en
ese absurdo gramatical no lo podemos definir. Precisamente porque NO es una
cosa sino que se trata de un proceso, una dinámica, un accionar desde el
creador hacia el espectador a través de la obra y por lo tanto se trata de un
VERBO.
El
artista intenta comunicar, transmitir su universo interior, “secreto”, su
“pathos”, sus EMOCIONES (sueños, esperanzas, temores, terrores, obsesiones…)
con el “secreto” lenguaje que ha sido llamado “del arte” (que es un código, una
poética). Su elemento interno (consciente e inconsciente, inmaterial) plasma la
SENSACIÓN en el elemento externo (la obra, material) Su intento de comunicación
no está dirigido a nadie en particular. Es abierta. Es “una botella al mar”. Un
alarido en la noche. Se trata de que el espectador pueda rescatar la sensación
que el artista “puso”, depositó, plasmó en la obra para hacerla suya e intentar
evocar la emoción que generó todo el proceso.
Emoción
del artista > Sensación del artista > OBRA
OBRA
> Sensación del espectador > Emoción del espectador
Por
eso EL ARTE NO EXISTE, sólo puede existir EL ARTEAR (o EL ARTISTEAR, si lo
prefieres.)
Si
tú me dices que en esa obra hay arte, yo quiero identificarlo, que me digas
dónde está. De lo contrario, otro me dirá lo opuesto y ninguno podrá probar la
existencia, ni la no existencia de esa cosa misteriosa que se ha dado en llamar
“arte”.
Para
plasmar su emoción en la obra el artista necesita crear un clima propicio con
mayor o menor esfuerzo: se retira, en silencio, en soledad.
Para
recibir el mensaje el espectador también debe crear su clima: se abstrae del
medio, asume una actitud receptiva, en el silencio del museo, que ha creado
para él un ámbito propicio o de la biblioteca, cuando nos perdemos en ese libro
que nos atrapa. O en la penumbra del cine, sin circunstantes charlatanes ni
masticadores. Si se percibe la sensación de lo que ha sido dicho por el artista
y luego se siente la emoción que originó el decir plasmado en la obra por él,
tú dirás que “en esa obra hay arte”. Es decir, que el proceso de ARTEAR ha
tenido lugar. Otros dirán, indignados “¿Y eso es arte?”. En ellos no se produjo
el milagro comunicacional.
Lo
asimilo a cuando alguien pregunta, ante un romance:”¿Pero qué le vio?”. Es que
se trata de un fenómeno personal e intransferible, sin duda. Y ciertamente
inexplicable desde el punto de vista físico/fisiológico. O lógico.
Es
menester tomar una actitud poética para producir esos milagros. La atmósfera de
los museos, el olor a aserrín y polvo de los teatros, la actitud de quien se
bien dispone al decir: “¡Ah, para mí, sábado a la noche…es cine!”, son
mecánicas bien conocidas por los hechiceros. El operador de rituales viste la
túnica prescripta, enciende la velas, mira fijo a la calavera, extiende su
espada, bebe del cáliz y…está realmente muy dispuesto a dialogar con los
espectros! Ha creado “el clima” dentro suyo para que cundan los sortilegios!
Hay
que crearse el paciente hábito de visitar museos y galerías. Mirar libros, ver
revistas, escuchar opiniones sobre el tema. Un buen día, un matiz, una textura,
una línea, una pincelada y…” ¡Caramba…eso sí que sí! “. Los que degustan vinos,
o quesos, o mujeres, no hacen nada distinto. ¿Qué es lo que hace al experto? ¡La
práctica constante!.
Decía
Pablo Picasso que “EL ARTE ES UNA MENTIRA que nos ayuda a comprender la
verdad”.
Otra
forma de aproximarse a lo mismo la propone Gombrich. El autor del libro más
vendido del mundo, después de la Biblia (su “Historia del Arte”, desde su
aparición, en 1950, hasta su última edición, en 2007, lleva colocados 7
millones de ejemplares) afirma contundentemente al comenzar la Introducción:
“No existe, realmente, el Arte. Tan sólo hay artistas.”
Si
eres nuevo en esto, vivamente te exhorto a que te consigas tu copia de esta
obra de lenguaje llano y actitud comprensiva: durante algunos años será tu
libro de cabecera. Buen papel, buenas y muchas ilustraciones y muy accesible
precio. No lo encontrarás en las mesas de libros usados porque, evidentemente,
nadie se desprende de “su Gombrich”.
Hannah
Lilith Migliavacca. Abril 30, 2010.
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