jueves, 21 de junio de 2012

I. LA APRECIACIÓN ARTÍSTICA.


I.                    LA APRECIACIÓN ARTÍSTICA.
Podría responder fácilmente a tu pregunta con una respuesta que se ha dado, que se repite y que se dirá. Haría referencia al origen mágico de las hermosísimas representaciones plásticas de las cuevas de Lascaux, de Altamira y, más próximas a nosotros, las que figuran vidas y pasiones de deidades, héroes y santones en incontables templos de Oriente y Occidente.
Y para mejor convencerte podría conjurar prestigiosas referencias contemporáneas. Dijo Pablo Picasso que pintar no es una operación estética sino que se trata de una forma de magia ejercida como mediación entre este mundo extraño y hostil y nosotros: Una forma de obtener poder dándole forma a nuestros terrores tanto como a nuestros deseos.
Así que, como todo eso es verdad (¡personalmente lo ratifico!) ¿para qué inventar? Sigamos repitiéndolo y vámonos a dormir. No olvides apagar la luz y pon el candado, por las dudas. Pero si dentro de treinta o cuarenta años, tras haber desmenuzado diez de las más prestigiosas Historia del Arte , después de haber acumulado una venerable biblioteca abarrotada de textos, fascículos, panfletos, revistas, etcétera, te continúas preguntando como hoy “¿Todo está muy bien…pero el Arte…qué es?” , sencillamente se estará poniendo en evidencia que la cosa pasaba por otro lado.
Por lo que te la voy a poner difícil, más aún. Actuaré como el hierofante egipcio que comenzaba el rito de iniciación del neófito susurrándole al oído: “Osiris es un dios negro.”
Sí, porque hay que desbaratar todo y comenzar desde cero. Hasta hoy, para ti, Arte era Mozart, Rembrandt, Michelangelo Buonarroti. “Eso” también era Cultura. Los que quisieron entrar por esa otra puerta, la de la Cultura, pronto se encontraron con el hierofante egipcio. También preguntaron, confundidos, “Pero, qué es la Cultura?”. Y el hierofante los alumbró:
Cultura es el fenómeno humano. Todo lo humano es cultura. Y si la característica humana primordial es discernir y trascender, el ser humano culturaliza aún con su sólo pensamiento. Quien piensa en la Luna la culturaliza: no hace falta hollarla, poseerla físicamente. Con lo cual se acabó el concepto de que cultura es beber té en una tacita de porcelana (preferiblemente levantando el dedo meñique.)
Pero tú no intentaste escapar por el lado de la cultura. Tú valientemente enfrentaste a la fiera y preguntaste: “De una vez por todas ¿qué es el arte?” Te lo diré de una vez. Arrancaré brutalmente la venda de la infantil inocencia que vela tus pupilas.
Hubo, es cierto, quien piadosamente te regaló un último giro de minué, al hacerte razonar que si se acepta que CULTURA ES TODO, análogamente ARTE ES TODO. Una gran VERDAD que no agrega demasiada información. Con el mismo brillante caletre se podría haber afirmado que Arte es Amor, Arte es Nada, Arte es Dios, Arte es Ser, Arte es Armonía y Contraste, Arte es Forma y Contenido, Arte es Vida, con idéntico casi nulo rédito para nuestro saber. Por lo que, tras calzarme el gorro del hierofante egipcio te espetaré que EL ARTE NO EXISTE, para tu infinita y justificada consternación.
“Esa cosa” llamada EL ARTE, paradójicamente no es un sustantivo. Y entrampados en ese absurdo gramatical no lo podemos definir. Precisamente porque NO es una cosa sino que se trata de un proceso, una dinámica, un accionar desde el creador hacia el espectador a través de la obra y por lo tanto se trata de un VERBO.
El artista intenta comunicar, transmitir su universo interior, “secreto”, su “pathos”, sus EMOCIONES (sueños, esperanzas, temores, terrores, obsesiones…) con el “secreto” lenguaje que ha sido llamado “del arte” (que es un código, una poética). Su elemento interno (consciente e inconsciente, inmaterial) plasma la SENSACIÓN en el elemento externo (la obra, material) Su intento de comunicación no está dirigido a nadie en particular. Es abierta. Es “una botella al mar”. Un alarido en la noche. Se trata de que el espectador pueda rescatar la sensación que el artista “puso”, depositó, plasmó en la obra para hacerla suya e intentar evocar la emoción que generó todo el proceso.
Emoción del artista > Sensación del artista > OBRA
OBRA > Sensación del espectador > Emoción del espectador
Por eso EL ARTE NO EXISTE, sólo puede existir EL ARTEAR (o EL ARTISTEAR, si lo prefieres.)
Si tú me dices que en esa obra hay arte, yo quiero identificarlo, que me digas dónde está. De lo contrario, otro me dirá lo opuesto y ninguno podrá probar la existencia, ni la no existencia de esa cosa misteriosa que se ha dado en llamar “arte”.
Para plasmar su emoción en la obra el artista necesita crear un clima propicio con mayor o menor esfuerzo: se retira, en silencio, en soledad.
Para recibir el mensaje el espectador también debe crear su clima: se abstrae del medio, asume una actitud receptiva, en el silencio del museo, que ha creado para él un ámbito propicio o de la biblioteca, cuando nos perdemos en ese libro que nos atrapa. O en la penumbra del cine, sin circunstantes charlatanes ni masticadores. Si se percibe la sensación de lo que ha sido dicho por el artista y luego se siente la emoción que originó el decir plasmado en la obra por él, tú dirás que “en esa obra hay arte”. Es decir, que el proceso de ARTEAR ha tenido lugar. Otros dirán, indignados “¿Y eso es arte?”. En ellos no se produjo el milagro comunicacional.
Lo asimilo a cuando alguien pregunta, ante un romance:”¿Pero qué le vio?”. Es que se trata de un fenómeno personal e intransferible, sin duda. Y ciertamente inexplicable desde el punto de vista físico/fisiológico. O lógico.
Es menester tomar una actitud poética para producir esos milagros. La atmósfera de los museos, el olor a aserrín y polvo de los teatros, la actitud de quien se bien dispone al decir: “¡Ah, para mí, sábado a la noche…es cine!”, son mecánicas bien conocidas por los hechiceros. El operador de rituales viste la túnica prescripta, enciende la velas, mira fijo a la calavera, extiende su espada, bebe del cáliz y…está realmente muy dispuesto a dialogar con los espectros! Ha creado “el clima” dentro suyo para que cundan los sortilegios!
Hay que crearse el paciente hábito de visitar museos y galerías. Mirar libros, ver revistas, escuchar opiniones sobre el tema. Un buen día, un matiz, una textura, una línea, una pincelada y…” ¡Caramba…eso sí que sí! “. Los que degustan vinos, o quesos, o mujeres, no hacen nada distinto. ¿Qué es lo que hace al experto? ¡La práctica constante!.
Decía Pablo Picasso que “EL ARTE ES UNA MENTIRA que nos ayuda a comprender la verdad”.
Otra forma de aproximarse a lo mismo la propone Gombrich. El autor del libro más vendido del mundo, después de la Biblia (su “Historia del Arte”, desde su aparición, en 1950, hasta su última edición, en 2007, lleva colocados 7 millones de ejemplares) afirma contundentemente al comenzar la Introducción: “No existe, realmente, el Arte. Tan sólo hay artistas.”
Si eres nuevo en esto, vivamente te exhorto a que te consigas tu copia de esta obra de lenguaje llano y actitud comprensiva: durante algunos años será tu libro de cabecera. Buen papel, buenas y muchas ilustraciones y muy accesible precio. No lo encontrarás en las mesas de libros usados porque, evidentemente, nadie se desprende de “su Gombrich”.

Hannah Lilith Migliavacca.   Abril 30, 2010.

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