Tadzio, eterno…
EL ANDRÓGINO, Ideal de perfección.
Seguir insistiendo con esa ficha ya gastada que sale
rauda de la manga transgenérica para afirmar con nostálgico gesto romántico que
sencillamente se está habitando EL CUERPO ERRADO, es una cómoda inexactitud
que proyecta un cono de sombra siniestra, primero para la integridad psíquica
de quien la enuncia, intentando una fácil definición, y luego para quien, al
escucharla decida apropiársela, sea transgénero o no.
El traer a colación un ejemplo aleatorio de la
gramática tiene acaso que ver con lo no aleatorio de la lingüística, en
relación a la temática transgenérica.
Ya está bueno con que el verbo es una acción. Es una
definición pueril, plausible en los primeros grados de la escuela primaria.
Ya está bueno con que estoy encerrada en el cuerpo
equivocado. Fue un brillante giro poético que tradujo, en el auge de los
estudios sobre el género humano, tras terminar la II Guerra Mundial, la
expresión latina Anima muliebris in corpore virile inclusa. (Locked in a
wrong body.) El niño mimado de Port Royal, René Descartes, al querer
parecer original, enunció su Res extensa et Res pensante y no hizo sino
renovar el concepto medieval de cuerpo y alma, como convenía a sus amos. Pero
continuar imaginando la realidad humana en los términos propios de La Noche
Negra de la Historia, nos hace proclives a tener El Yo Dividido, rasgo
esencial de los cuadros esquizoides. Quién es la que está
encerrada en el cuerpo? El alma? Un fantasma dentro de la máquina?
Este es mi cuerpo, mi único cuerpo, mi querido
vehículo. Al que puedo pintar, depilar, injertar, recortar, nutrir, et alter,
hasta donde la voluntad, la paciencia, la tecnología y mi presupuesto aguanten.
Y todo a partir de un mal manejo de los conceptos de
SEXO Y GÉNERO. Mantener despejados esos dos conceptos aclarará muchas cosas
más: sexo es lo fisiológico; género es
un concepto social, la suma de roles asignados por una cultura en sus
distintas épocas. El sexo está indeleblemente grabado en los cromosomas (por
eso no puede hablarse de tal cosa como cirugía de cambio de sexo, porque no
se pueden operar los cromosomas.) El género es las niñas juegan con muñecas y
los niños con camioncitos o a la pelota. (Por lo que debemos hablar de cirugía de afirmación de género.) O, en broma, aunque
muy útil para fijar conceptos, suelo afirmar que el sexo está entre las piernas
y el género entre las orejas.
Recapitulemos brevemente la historia de esta
arraigada confusión de términos. Porque si queremos articular nuestra compleja
identidad habrá que intentar reconceptualizar el cuerpo.
Es especialmente la prehistoria de la filosofía, la
fase presistemática del pensamiento, la que deberá retener actualmente nuestra
atención.
EL FOLKLORE, ese enorme reservorio de creencias y
concepciones no sistemáticas, a la vez arcaicas y contemporáneas, por estar a
veces integradas al acervo cultural evidente y otras desdibujadas tras el
espeso velo del inconsciente colectivo de una comunidad, nos obsequia desde la
noche de los tiempos, mitos y ritos que implican la unión de los contrarios y
el misterio de la totalidad, lo que Nicolás de Cusa denominaba
coincidentia oppositorum (para él la definición menos imperfecta de la
Deidad).
Más de dos mil años antes de Cusa, Heráclito de Éfeso,
uno de los más importantes presocráticos, (e, incidentalmente, mi consentido) escribía
en lo que llega a nosotros como el fragmento 67 de lo que queda de su
trascendental obra:
”La deidad es
día y noche, invierno y verano, guerra y paz, saciedad y hambre, es decir,
TODOS LOS OPUESTOS.” Ante qué estamos sino ante el ansia de totalidad, de
completud, dijo alguien? Me asalta la visión de un monje Zen, estirando una
cuerdita entre sus dos puños mientras sonríe enigmáticamente: armónico
equilibrio por tensión entre los opuestos!
Pero no pretendo marchar por la vía teológica, ni la
metafísica, a pesar del interés que éstas puedan tener para la Filosofía
Occidental u Oriental. Antes bien, sugiero líneas para continuar explorando.
Otra de esas vetas de investigación la constituye el
concepto de totalidad en la obra de Karl Gustav Jung: baste recordar cómo
aggiorna el concepto cusano de coincidentia oppositorum, también
brillantemente interpretado por él como mysterium conjuctionis e
integración de los opuestos.
En el mito de la cosmogénesis judeo-cristiana,
la creación de la mujer a partir de una costilla extraída de Adán bien puede
ser interpretado como una referencia a la androginia del hombre primordial.
Será su primer nombre ISHÁ (Varona) porque de ISH (Varón) fue tomada. En esa
escritura será el primer ser humano que llega al mundo proveniente
de un hombre sin intervención de una mujer. El mito cristiano,
siempre preocupado en guardar las simetrías que puedan justificar sus
vinculaciones con las raíces judías, hará nacer al Cristo de
una mujer sin intervención de un hombre. (Otra simetría es que si
por un hombre entró el pecado al mundo -Adam ha rishón- por otro salió. Parece
que todos los papeles protagónicos son para los varones en estas dos películas:
HAVVAH y la Virgen tienen roles secundarios en este tipo de súper
producciones.)
En otras tradiciones hallamos ideas semejantes. El
mito de la androginia ilustra una creencia muy difundida: la perfección humana,
identificada con el antepasado mítico, implica una unidad que es una totalidad.
Veremos la importancia de la androginia al estudiar ciertas especulaciones
gnósticas y herméticas. Precisemos desde ya que la androginia humana tiene como
modelo la bisexualidad divina, concepción compartida por un buen número de
culturas.
La bisexualidad divina es una de las múltiples
formas de la totalidad-unidad, afirma Mircea Eliade en su Historia de las
Creencias e Ideas Religiosas. Esa totalidad está significada por la unión de
los contrarios pues la divinidad, en tanto omnipotente NO PUEDE NO SER ALGO.
Masculino/femenino, visible/invisible, cielo/tierra, luz/tinieblas pero también
bien/mal, creación/destrucción, etc. La reflexión sobre estos pares de opuestos
ha llevado, en diversas religiones, a unas audaces conclusiones acerca tanto de
la condición paradójica de la deidad, como de la valoración de la condición
humana.
La coincidentia opositorum o el misterio de la
totalidad puede bien comprenderse a través de la simbología que contiene las
creencias concernientes a la realidad última, el GRUND de la divinidad, la Roca
Viva, así como a través de cosmogonías que intentan una explicación de un hipotético
inicio.(Hipotético, porque ya los griegos clásicos concebían el universo como
sin inicio ni final; el TSIMTSUM de los cabalistas equivale al BIG-BANG de los
astrofísicos contemporáneos y a los ciclos de generación y destrucción
pendulares de varias escuelas tradicionales de la India.)
Cómodos usuarios del siglo XXI, nos avergonzaríamos
de concebir a la deidad como macho o hembra, más allá del Padre Nuestro o la
Gran Madre. Cuanto más, en tiempos de concepción de mitos y leyendas, al
imaginar la creación de los primeros humanos, se los concibió ”a imagen y
semejanza” es decir, como seres plenos, completos, en la totalidad de sus
posibilidades, al menos en potencia. Luego, según las distintas culturas,
sigue la separación de los seres y “la caída”. Para la antigüedad clásica el
andrógino constituye un modelo, por implicar no la acumulación de órganos
anatómicos sino, simbólicamente, la totalidad de las potencias
mágico-religiosas correspondientes a cada género. Las transgéneros
entre ciertas culturas primitivas contemporáneas, son asignadas al chamán como
cónyuge-aprendiz de brujo y lo sucede en el cargo a la muerte de éste.
En otro orden de cosas, pero muy vinculado a lo
mismo, el hermafrodita representaba una situación ideal desde el punto de vista
de la actualización de los seres fantásticos y por eso eran empleados en la
representación sagrada durante los ritos paganos. Los que se salvaban y eran
atesorados por la casta sacerdotal. Porque, por otra parte, si al nacer un niño
evidenciaba signos de hermafroditismo, era inmediatamente eliminado por sus
propios padres, que lo consideraban una aberración de la naturaleza o un
presagio de la cólera de los dioses
Que los ritos son en el templo, no en mi
casa
Lo sagrado del hermafrodita tiene su origen en la
mitología griega: En una divertidísima circunstancia de estos dioses demasiado
humanos, Hermes confiesa a Apolo cuánto desearía tener relaciones con la bella
Afrodita. Accidentalmente ella lo escucha y, halagada por la franca confesión
le concede una noche juntos. El fruto de la unión de Hermes y Afrodita es
Hermafroditos, un ser con doble sexo.
Acaso por mi temprana inclinación por la plástica o
por mi condición transgenérica, con la salvedad de lo relativo, lo subjetivo de
los valores, no soy capaz de reducir la belleza del cuerpo humano a la belleza
femenina, como tampoco a la masculina. Pero suelo percibir una belleza andrógina
que encuentro perfecta (el mancebo Tadzio, de La Muerte en Venezia, de L.
Visconti; el David, bronce de Bellini; la orgásmica Pietá, de
Michellangelo Buonarrotti, etc.), insistiendo siempre en que andrógino y
hermafrodita NO son la misma cosa, ni parecida:
En el hermafrodita coexisten los dos sexos (no
necesariamente completos.) El andrógino, en cambio, representa el ideal de perfección
pues CONSTITUYE LA FUSIÓN DE LOS DOS GÉNEROS. El hermafrodita es una
tipificación morfológica, anatómica. El andrógino es otra especie, mucho más
que un tercer sexo. Constituye un ideal, un proyecto difícilmente realizable o
quizá inasequible en dos individuos por separado.
Entre quienes analizan las manifestaciones de lo
bestial y lo divino en la Grecia arcaica, autóctona, aborigen, pre-helénica,
hay quienes, coincidiendo con mi punto de vista, se aproximan a la tentación de
sospechar que el hermafrodita se sitúa del lado de lo monstruoso y entonces
colocan al andrógino sobre el altar de las representaciones divinas.
Pero apresurémonos a socorrer a la dura realidad: No
creo que las tres formas del hermafroditismo (y del
pseudo-hermafroditismo) clínicamente reconocidas y aceptadas
contemporáneamente, represente algo monstruoso: me permitiré la licencia quasi
poética de intuir que se trata de un esfuerzo de Madre Natura por alcanzar la
totalización: los dos ya no están separados. Sólo que no es FUSIÓN; son dos en
uno, pero todavía no es la UNIDAD, la SÍNTESIS. Esa unidad monolítica la
representaría el andrógino.
Y postulo que la belleza andrógina es perfecta
porque, como en la Gioconda del sobrehumano Leonardo, como en algunas felices
imágenes de lo sagrado, a veces manieristas, claro, allí está todo: Gracia y
Terror; ferocidad y media sonrisa. Y, en definitiva, qué es lo sagrado sino lo
que definió Rudolf Otto como GANZ ANDERE: lo completamente distinto?
Los cuarenta años que transcurren desde la
publicación de la Crítica de la Razón Pura, de Kant, 1781, hasta la Filosofía
del Derecho, de Hegel, que aparece en 1821, constituye uno de los más
extraordinarios períodos de la Historia del Pensamiento Occidental.
En Filosofía hablaremos del Idealismo Alemán y en
todo lo demás de mis adorados Románticos Alemanes, que inmediatamente
convertirán a toda Europa al Romanticismo, que ya no será alemán sino francés,
checo, español, húngaro, austríaco, inglés, anche italiano en las letras, en la
pintura, en la música, en la política y en todo lo que pueda dar valor al hecho
de considerarse humano.
Como no podía ser de otro modo, estos queridos amigos
míos estaban en un todo de acuerdo conmigo: Para ellos el andrógino era el tipo
humano perfecto del futuro. El Dr. Ritter, médico ilustre y amigo de Novalis
elaboró toda una modesta filosofía en torno al andrógino.
nacerá de los dos.
Pero el esposo y la esposa se fusionarán unidos en un solo y mismo esplendor.
El cuerpo que entonces nazca será inmortal.
El filósofo Friedrich Schlegel criticaba la
acentuación de los aspectos masculinos y femeninos en la educación y las
costumbres de la época: El fin hacia el cual debe tender la especie humana es
la reintegración progresiva de los sexos hasta la obtención del andrógino.
Para Franz Von Baader el andrógino existió al
comienzo y existirá de nuevo al final de los tiempos. Opinaba que el fin del
matrimonio como sacramento es la restauración de la imagen celestial o angélica
del ser humano, tal como debería ser. El amor sexual no debe ser confundido con
el instinto de reproducción: su verdadera función es ayudar al hombre y a la
mujer a integrar interiormente la imagen humana completa, es decir, la imagen
divina original. Mucho de todo esto viene de Jacob Boehme. Que es decir de
Swedenborg. Y del simbolismo alquímico, por supuesto.
Quien sí estaba convencido de que el andrógino es la
imagen ejemplar del ser humano perfecto es Honorato de Balzac. Serafita es una
novela de su serie fantástica, donde se presta todo un digno esplendor a un
personaje rescatado de la antropología arcaica. Serafita es la última gran
creación literaria europea que tiene como motivo central el mito del andrógino.
Otros autores del siglo XIX, auspiciados por el auge
del género fantástico y de horror, la novela gótica, abordaron el tema pero
con muy infelices resultados: se trata siempre de un hermafroditismo mórbido que,
rodeado de vampiros homosexuales como Carmila/Mircala y arrastrando cadenas
sanguinolentas, a veces hasta termina insinuándose satánico. Como el
decadentismo del género es ya espiritualmente incapaz de percibir la
significación metafísica del símbolo, éste sólo puede ser imaginado en niveles
cada vez más groseros: ya no se trata de la mística plenitud debida a la
fusión; estamos ante una vulgar carnicería sexual. Si no lo puedes explicar es
porque no lo entiendes!
Puesto que la androginia es un signo distintivo de la
totalidad originaria en la cual todas las posibilidades se encuentran reunidas,
el hombre primordial, el antepasado mítico de la humanidad, es concebido en
numerosas tradiciones como andrógino, según hemos ya visto. Y hemos visto
también, que esas mismas tradiciones, incluida la nuestra, pronostican la
reintegración a modo de promesa mesiánica, o directamente como parte del mundo
mesiánico.
Gareth Knight, personaje que no goza en absoluto de
mi simpatía, no deja de aportar una luminosa síntesis: El Eterno Femenino es La Diosa detrás de todas las Diosas, así como el
Eterno Masculino es El Dios detrás de todos los Dioses. Y cando los dos se unen
en UN SOLO DIOS, son Elohim, El Andrógino Divino. (Lo cual responde, de
paso, al “misterio” de por qué siendo Eloha femenino lleva terminación
masculina en este plural; gloriosos poetas hebreos que hicieron a la gramática
otra sede de la mística!)
Qué implican todas estas creencias, mitos, ritos,
símbolos que muestran claramente la unión de los contrarios, la re-ligión de
los fragmentos dispersos?
Ante todo manifiestan una profunda insatisfacción por
la condición humana tal como nos la despachan.
El ser humano se siente íntimamente apartado,
desgarrado, separado. Se vive como un rey en el exilio y, al contemplar un
atardecer o un claro de luna, cree atisbar una vaga reminiscencia de su
verdadera y lejana patria: condición indefinible, atemporal, sin recuerdos
precisos, un estado primordial del que gozaba antes del tiempo, antes de la
historia. Todo esfuerzo por lograr la coincidencia de los opuestos revela la
nostalgia del paraíso perdido, donde el león yace con el cordero, el niño juega
con la serpiente y el varón y la hembra coexisten en el mismo cuerpo.
DE QUÉ CUERPO EQUIVOCADO ME HABLAS?
Ese cuerpo es el acre de tierra que te ha sido dado.
Trabájalo.
Trabájalo como un campesino, como un obrero, como un
intelectual, como un artista, como un monje. No hay otra tierra.
Como decía el poeta Paul Eluard “Hay otros
mundos
están en éste!”
No hay otro cuerpo. No estás encerrada en el cuerpo
equivocado.
HABITA Y DISFRUTA TU MARAVILLOSO ANDRÓGINO. HOY ES EL
DÍA: ”No hay otro tiempo que el que nos ha tocao”. CREAR ES CREAR-SE!
©Hannah Lilith
Migliavacca. Revised Illustrated Edition May 22, MMXII.
Me eh leído todo lo que has escrito, realmente me resuenan y sacuden muchos párrafos, son cosas muy profundas. Hay citas de pensadores que desconocía, la cual me has despertado la intención de leerlos. Uno de ellos será el libro Serafitas - Honorato de Balzac. Muchas gracias por hacer este texto.
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