jueves, 12 de julio de 2012

Formación de Hannah Lilith durante los años de infancia.



Formación de Hannah Lilith durante los años de infancia.                                               Nov. 20, 09.

Librepensadores, políglotas, ensalzaban oscuramente la distinción de su origen familiar atribuyéndose una aristocracia intelectual.
Aspiraban, en consecuencia, al internacionalismo cosmopolita, a los refinamientos de una cultura aristocrática, tan mechada de decadentismo como de ideales de justicia social anarquizante y adoraban las glorias del arte.
Filosofía, historia y política (indisolublemente ligadas), idiomas, literatura clásica y moderna, historia del arte, fueron las materias de mi verdadero programa de estudios, estudios apasionados y caóticos como necesariamente los dictan los autodidactas.
Ulises enfrentaba las tormentas de Turner; Polifemo posaba para Murillo; Mozart niño tocaba para Aquiles y Héctor durante una tregua en el sitio de Troya; Goya se esforzaba inútilmente por convencer a Churchill de introducir en Berlín un gigantesco caballo de madera conteniendo la maja desnuda. El tratado de Versalles fue firmado por Clemenceau porque Luis XVI tenía que ir a la guillotina ese mismo día. María Tudor se vistió de rojo para protestar contra la monarquía de su prima e Isabel I se puso tan furiosa que mandó cortar su cabeza. La reina Victoria (mi bisabuela Mary Agnes) hubiese podido repartir pacíficamente el mundo con sus dos sobrinos-nietos y así todo quedaba en familia. Pero un domingo, durante una de esas broncas que solían estallar en medio de las ravioladas, Wilhelm soltó una impertinencia y Victoria le espetó: “Cómo te atreves a hablarle así a tu abuela?!” Y ahí se pudrió todo.
Y no era porque me enseñaran semejante dislate, sino que ya entonces disfrutaba de una arborescente imaginación visual y me encantaba imaginar qué hubiese pasado si… Y aún no cesa, afortunadamente.

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